Desearía que un investigador diga continuamente
Dios mío, confieso que Tú puedes iluminar mi oscuridad. Confieso que Tú solo puedes. Deseo que mi oscuridad sea iluminada. No se si Tú lo deseas, pero que Tú puedas y yo lo desee son razones suficientes para pedir lo que Tú al menos no has prohibido que pida. Prometo por este medio que, con la ayuda de Tu gracia que estoy pidiendo, aceptaré lo que finalmente sienta con certeza que es la verdad, si alguna vez llego a estar cierto. Y que, con Tu gracia, estaré en guardia contra todo autoengaño que pueda llevarme a adoptar lo que el temperamento impone, y no más bien lo que la razón aprueba.